domingo, 14 de enero de 2018

Un reto para valientes

Uno de los libros de la Biblia que más me gusta, es el primer libro de Samuel. Cuando lo leo, me viene a la memoria el curso Emaus, de la Escuela de Evangelización san Andrés (EESA), que realice hace dos años, en mi parroquia. Un curso que me ha ayudado  a enamorarme de la Palabra de Dios.
Este curso cambio mi forma de ver la Biblia y descubrí que en ella esta Jesús Palabra, y que cada vez que abro la Sagrada Escritura y la medito, es un encuentro con una persona viva, que me habla de corazón a corazón y que es mi mejor amigo. Y es que “la Palabra de Dios es viva y eficaz” (Hebreos 4, 12).

Hoy la primera Lectura de la Eucaristía, era 1 Samuel 3, 3b-10.19. Una Palabra que significa mucho para mí y que a lo largo de los dos últimos años, me ha ayudado mucho en mi vida espiritual. Dice la Palabra que: “Samuel no conocía todavía al Señor. No se le había revelado aún la Palabra del Señor” (1 Samuel 3, 7).
Samuel estaba al servicio del Señor, dormía en el santuario del Señor, pero no conocía todavía al Señor.
Puede que a nosotros también nos pase, en su caso era porque aun la Palabra del Señor no se había revelado. En nuestro caso es porque nos falta estar más con Él, abrazar más su Palabra, tenerlo siempre presente y buscar siempre su voluntad. En definitiva decirle con el corazón, la antífona del salmo de hoy: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Y con esa voluntad firme, abrir cada día la Palabra de Dios y decirle como Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Sam 3, 10).

Este fin de semana, en la adoración, el Señor me inspiro lanzarles un reto a nuestros adolescentes del grupo de Juniors – Confirmación.
Detenernos 10-15 minutos cada día, para escuchar el Rezando Voy (www.rezandovoy.org) y encontrarnos con nuestro mejor amigo, que nos habla de corazón a corazón, a través de su Palabra. Después compartiremos por el grupo de WhatsApp que tenemos, las frases con las que más nos hayamos sentido identificados, aquellas que nos hayan gustado o hayan tocado nuestro corazón. No se la acogida que tendrá ni tampoco si lo harán todos, o sólo unos cuantos. Se que les he pedido que den un pasito más, que dejen el sofá y se pongan las botas montañeras, para caminar decididos por el camino que Jesús nos marca para que vayan dejando huella. Se que pueden hacerlo, otra cosa bien diferente es que quieran. Mi misión es animar, es proponer, es amar. Y se que quien lo haga, quien perseveré, se encontrará con Cristo.

Si pensamos en nosotros mismos, como jóvenes, como adultos. Seguro que encontramos muchas excusas para no dedicar esos 15 minutos. No faltarán las mil y unas cosas que tenemos que hacer.
Pero un día tiene 1440 minutos, 15 minutos, es el 1% de nuestro día. Jesús nos regala cada día un nuevo amanecer, nuestro corazón sigue latiendo, estamos llenos de vida y cada día el Señor no para de derramar sobre nuestra vida muchas bendiciones. Pero a pesar de ello, nos cuesta dedicarle ese 1%. Después estoy seguro que el día que nos toque partir de esta tierra, todos querremos ir al Cielo, querremos pasar la eternidad con Dios. Pero ahora, nos excusamos para no estar 15 minutos con Él. Hasta puede que nos moleste entregarle ese 1%. Si ahora sucede esto, ¿Cómo es que deseamos estar toda la eternidad con Él? ¿Somos coherentes? ¿Somos auténticos?
Un 1% que transforma poco a poco nuestra vida. Y puedo decirlo por experiencia propia y por los testimonios de muchas personas que conozco.  Por eso quiero invitarte, a que aceptes tu también este reto, empieza o vuelve a retomar el Rezando Voy cada día, si puedes a una hora fija, y escribe en una libreta las frases y los pensamientos que más te hayan gustado o hayan brotado en tu mente y tu corazón. Haz la prueba y verás como mejora tu vida, como crece tu relación con Cristo. Ponte el audio del Rezando Voy de cada día y di con voluntad firme: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.