Existen experiencias que elevan
nuestro corazón hacía el Cielo y nos recuerdan que hemos sido creados para lo
eterno. Experiencias que despiertan en nosotros el anhelo de lo auténtico, de
lo que realmente hace vibrar nuestras almas y nuestros corazones. Y es que como
san Agustín, podemos decirle a nuestro mejor amigo: “Nos hiciste, Señor,
para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.
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El concierto se celebró en el Salón de Actos del Seminario Mayor de la Inmaculada de Moncada (Valencia) |
El pasado, 2 de diciembre de
2017, tuve el regalo, por primera vez, de disfrutar en directo de un concierto
de Martín Valverde. Uno de los cantantes católicos de habla hispana más
populares. Tal vez lo conozcáis por su canción más popular, que se titula
“Nadie te ama como yo”.
Un concierto, que era parte de la
celebración del Jubileo de la Renovación Carismática (RCC) en el mundo, y que
organizaron nuestros hermanos y hermanas de la RCC Valencia. Y que se convirtió
en una fabulosa experiencia eclesial y de nueva evangelización, que congregó a
cientos de personas, venidas de diferentes parroquias y movimientos, de la
diócesis de Valencia y de otros lugares de España, como las Islas Baleares.
Fue una experiencia única e
irrepetible, de la cuál me siento muy agradecido. Sobre todo de haberla vivido
acompañado de cada una de las personas que me rodeaban. Fueron tres horas, en
las que pude meditar sobre mi vida, a la luz de la Palabra. Gracias a este
maravilloso instrumento del Señor, que es Martín, que con sus predicaciones y
sus canciones, nos hizo elevar nuestro corazón al Cielo, para alabar y adorar
al Señor con todo nuestro corazón. El tiempo me pasó volando, y eso que los
asientos eran bastante incómodos. El Espíritu Santo estaba presente en ese
lugar y vivimos tres horas llenas de gracia.
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Alabanza y adoración |
Uno de los momentos más
emocionantes, fue cuando Martín, empezó a tocar la canción titulada “Gloria”,
una bellísima canción, que me transporto al 2013, mientras veía por TV la
Vigilia de la JMJ Rio 2013. En ese momento, entro el Amor en una custodia,
Jesús Sacramentado se hacía presente en medio de nosotros. Nunca olvidaré los
rostros de algunas personas de mí alrededor. Rostros emocionados, con grandes
sonrisas y con los ojos llenos de lágrimas de alegría. Todos de pie, para
recibir y estar con el Amor. El salón de acto de vibraba de amor, y Martín,
comenzó a tocar esa canción que muchos estábamos esperando. ¿Os imagináis cuál
era? Si, la canción de Nadie te ama como yo. Fue un momento de comunión, en la
que todos nos cogimos de las manos y levantamos unidos nuestros brazos para
alabar y adorar al Señor. Fue uno de los momentos más intensos en el que pude
sentir el amor de Dios.
Tuve el regalo de poder compartir
esta experiencia, junto aquellas personas que el Señor me ha llamado amar y
servir. En especial con mis queridos adolescentes del grupo
Juniors-Confirmación. Fue un importante empeño organizarlo todo, para que
pudieran vivir esta experiencia del Espíritu Santo, pero pensamos que sería una
experiencia importante para ellos, y la verdad es que no nos equivocamos. Es
verdad que se les hizo en algún momento un poco largo y hubo momentos de
aburrimiento y en que desconectaron. Es normal… además el móvil no es que
ayudará mucho. Pero hubo más tiempo de disfrutar, de reír, de escuchar, de
reflexionar, de sonreír pero sobre todo compartir. Vivieron una experiencia única
y nueva, que sin duda fue la mejor catequesis-actividad que les podíamos dar.
Disfrute mucho de su compañía y
de poder compartir esta experiencia con ellos. En el autobús se dieron momentos
muy bonitos, de risas, de sonrisas pero también de reflexión. Pude percibir que
aunque no lo exterioricen en el fondo, existe hambre y sed de lo auténtico, de
lo pleno, de lo que da vida. Y es que nuestro Creador ha puesto en nuestro
corazón hay un anhelo de lo eterno, del AMOR en mayúsculas, el AMOR PURO. Aunque
el mundo quiere hacernos creer que esto
es imposible, que no existe ese amor puro, hoy la Fiesta de la Inmaculada, nos
recuerda que hemos sido creados para lo grande, para lo auténtico, para lo
puro.
Gracias Espíritu Santo por esta
experiencia ¡Gloria a Dios!